Científicamente hablando

El Ámbar es una oleoresina secretada por las coníferas hace millones de años y que se fosilizó.

Su nombre proviene del árabe anbar (ʿanbar, عنبر, ámbar gris de ʿanābir, عنابر, cachalote), aunque primitivamente el nombre designaba al ámbar gris. Este nombre es el que ha permanecido.

Su apelativo griego élektron (ἤλεκτρον) se halla en el origen del término «electricidad», después del descubrimiento de Tales de sus propiedades electrostáticas.

Tradicionalmente hablando

El ámbar tuvo un uso comercial durante milenios, de lo cual aparecen los primeros colgantes en ámbar, unos 12.000 años antes de Cristo. Los romanos se servían de la piedra de ámbar en contextos variados: en forma de objetos, como moneda, etc. En la época del emperador Nerón, el ámbar era muy apreciado: su valor era tan importante que los gladiadores grababan cada uno de sus combates sobre placas de ámbar.

El simbolismo del ámbar es la ligereza.

Energéticamente hablando

El ámbar ayuda a quien lo lleva a afirmarse y a tomar posesión de su lugar. Permite expresar la personalidad y también imponerse en un ambiente. Permite dinamizar la reflexión y el desarrollo intelectual. En este sentido, el ámbar ayuda a luchar contra las varias formas de la depresión. Por su color amarillo, solar, el ámbar está considerado como un mineral de alegría, de dinamismo, de confianza en uno mismo.

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