Científicamente hablando

El ágata es una variedad de Calcedonia, la composición de la cual es un dióxido de silicio (SiO2). Forma parte de la familia de los cuarzos.

El origen de su nombre viene del Achates, un río de Sicilia donde se halla en abundancia. Existe una enorme variedad de Ágata, con un gran número de matices.

Sin embargo, hay que tener en cuenta la diferencia entre las ágatas de colores vivos (azules, rosados, violetas, verde fluor, etc.), teñidas artificialmente, y las naturales, de tonos mucho más suaves: marrones, grises, beiges, naranja claros...

Tradicionalmente hablando

Piedra de protección, de vitalidad, de suerte.

Plinio el Viejo mencionó el ágata de Pirro. La describió como que llevaba un dibujo natural que representaba al dios Apolo y a las musas.

Para los Celtas, el ágata se atribuía a una gran diosa de su panteón: Ceridween, diosa del nacimiento y de la muerte.

Energéticamente hablando

El Ágata da el sentido de la realidad; emocionalmente, es estabilizante, da seguridad psíquica. Ayuda a recentrarse en situaciones particulares. Estimula el pensamiento pragmático.

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